Por: Rocío García Olmedo
Muchos simbolismos encierran especialmente la sucesión de la presidenta de México Claudia Sheinbaum.Sólo que la carga simbólica en esta ocasión es mayor, no sólo por esas muchas herencias que han venido siendo documentadas, sino por su calidad de mujer, la primera que en la historia logra este privilegio.
A lo largo de la historia, los hombres que han pasado por este cargo han tenido también, como ahora ella, que asumir la herencia de sus antecesores, así ha sido en todas las sucesiones presidenciales en México para bien o para mal. La historia se ha encargado de registrar cada uno de estos pasajes.
Una nueva etapa en México se inicia acompañada de muchas interrogantes que seguramente todas, todos nos hacemos ¿Cómo será su actuar? ¿Cuál será su narrativa? ¿será protagónica? ¿será permisiva? ¿será omisa? son solo algunas de las preguntas que surgen de la duda.
Rescato un pasaje de la historia que leí recientemente en un artículo de José Gabriel Ávila Rivera en el que analiza la muy poca atención que se le da a la fecha que conmemora la Consumación de la Independencia alcanzada según se documenta un muy reciente 27 de septiembre, pero de 1821 y relata en su texto “(…) los dos bandos opuestos (liberales y conservadores) gradualmente se dieron cuenta de que la Independencia de México era la mejor opción para todos. Los liberales estaban de acuerdo en que un nuevo orden de gobierno les brindaría mayores libertades y los conservadores deseaban mantener sus privilegios sin la injerencia de España. Es así que, tras once años de lucha, estos dos grupos llegaron a concertar acuerdos.” (La Jornada de Oriente, septiembre 2024).
Lo transcribo porque me parece interesante esta idea que ha sido abordada por el autor, pero que también ha sido interpretada por expertos/as historiadores en los diversos estudios de esta etapa de la historia de México.
De manera que en virtud de que la llegada al mando por primera vez de una mujer pueda significar sensibilidad para considerar estas grandes lecciones de la historia como hay muchas en México.
Por ello me parece que es un buen momento para hacer un parteaguas a partir de reconocer la polarización que nos ha llevado a grandes divisiones internas, a un manejo hacia el exterior también polarizante y para no llegar con renovados desencuentros.
En los próximos días y a lo largo del sexenio iremos observando un nuevo estilo de gobernar que tiene en el centro como eje de gobierno, la transformación.
¿Cómo se transformará el ejercicio de gobernar? ¿Cuál será ese nuevo estilo de gobernar? ¿Estará dispuesta la presidenta a escuchar? a reconocer que en estos momentos de la vida del país se hace necesario construir acuerdos, como ha tenido que hacerse en otras etapas de la historia de México.
Más aún cuando de lo que trata esta transformación es de consolidar un Estado de Bienestar, y eso pasa porque ese poder transformador, transforme la educación, la salud, la inseguridad, para reconstruir un país pacífico y seguro; que transforme también las dinámicas de poder; que rediseñe los espacios para una transformación verdadera en el servicio público. Una nueva etapa más abierta y conciliadora que nos cubra a todas las mexicanas y los mexicanos. Todo, desde una ética feminista.
Los hechos posteriores sucedidos al consumarse la independencia de México nos permiten otra lección de la historia, “(…) Agustín de Iturbide que era un conservador, llegó a la conclusión de que era benéfico para México independizarse. Incluso estableció las bases de la independencia en el Plan de Iguala (1821)” pero se proclamó emperador de México (1822) generando un gran descontento y considerándolo una traición a los ideales republicanos. Fue derrocado y exiliado. “La ambición de poder lo llevaron a sucumbir y a un imperio fallido” (Ávila Rivera, 2024).
De las lecciones de la historia se puede aprender mucho.
Muchas sucesiones presidenciales hemos vivido en nuestro país. Inicia una nueva administración en el gobierno. Nuevas expectativas. Sin hacer juicios de valor esperamos el siguiente paso que dará a partir del primero de octubre, quien es la primera mujer presidenta y la primera Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas, Claudia Sheinbaum sin duda un hecho histórico que es parte ya de la historia del país.
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