martes, 11 de noviembre de 2025

El Círculo del Vínculo | De guardianes… a ser familia

 

Ilustración que representa el cambio en la relación entre humanos y animales.

Primera entrega de la serie especial “El Círculo del Vínculo”. Un recorrido editorial por la evolución del lazo entre humanos y animales: de la obediencia a la empatía, del trabajo al afecto.

Durante siglos, los animales fueron extensiones del esfuerzo humano. El perro cazaba, el caballo transportaba, el gato vigilaba el grano. Eran fuerza, no ternura; herramientas, no compañía. Pero algo cambió. Casi sin darnos cuenta, la humanidad empezó a domesticar no solo cuerpos, sino vínculos.

Esa transformación —silenciosa y profunda— alteró cómo habitamos el mundo. La historia de los animales dejó de escribirse desde la utilidad y empezó a contarse desde el cariño. Donde antes había servicio, hoy hay afecto; donde había jerarquía, ahora hay familia.

El 12 de noviembre, fecha que cada año se celebra como Día del Enriquecimiento Animal, nació para recordar que el bienestar de las mascotas y animales bajo cuidado humano no pasa solamente por alimento o refugio, sino también por estímulo, juego y conexión.

México, país que aprendió a mirar con los ojos de sus perros adoptados y el ronroneo de sus gatos rescatados, es hoy un territorio definido por la cercanía con sus animales. Según el INEGI, casi siete de cada diez hogares conviven con al menos una mascota y más del 85 % de la población ha hecho algo por evitar el sufrimiento animal. Más de 80 millones de seres no humanos comparten techo, tiempo y rutinas con nosotros.

La modernidad no los borró, los reconfiguró. Los perros ya no vigilan: acompañan. Los gatos ya no cazan: consuelan. Los caballos dejaron los campos de batalla para habitar la memoria como símbolo de nobleza. En el tránsito del deber al cariño, ellos también se volvieron parte de la historia humana.

No es solo amor: es un espejo de nuestra transformación cultural y emocional. Los animales dejaron de ocupar un margen para instalarse en el centro de la vida cotidiana: duermen en nuestras camas, aparecen en videollamadas, protagonizan perfiles y nos recuerdan que la empatía no tiene especie.

El vínculo humano–animal ya no se mide en obediencia, sino en conexión. En esa cuerda invisible —la mirada que espera, el ronroneo sobre el pecho, la decisión de adoptar y no comprar— se advierte la evolución silenciosa de nuestra propia humanidad.

Aquí comienza “El Círculo del Vínculo”. La historia de cómo los animales dejaron de trabajar para nosotros y empezaron, sin pedirlo, a sanarnos.

Con información de: Excelsior


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