Por: Horacio Cano
Dice el dicho que lo que viene conviene, pero también un refrán dice en agosto prepara la tinaja para el mosto
Los gobiernos entrantes están ante una gran encrucijada. Tienen un bono democrático, digno de quien ganó con la mayor cantidad de votos. Tienen un voto de confianza con la sociedad, están legitimados vaya. De lo nuevo siempre esperas cosas buenas, los cambios por definición traen expectativas en los que intervienen en el. Aunque también pueden traer inestabilidad, ansiedad e incertidumbre en la sociedad y por supuesto en los actores políticos. Es decir tienen la esperanza de la gente en sus manos y con eso, la gran posibilidad de defraudar si no cumplen las altas expectativas que la ciudadanía tiene.
En los municipios de nuestro país, cada tres años los ciudadanos efectivamente esperan que un nuevo gobierno llegue y lo cambie todo. Parecería que por dogma de fe y sin atender los antecedentes que se repiten con mayor o menor éxito cada tres años, por el simple cambio de personas en el poder todos los problemas que aquejan a una ciudad se van a resolver. El problema es que este “enamoramiento” dura escasos meses y tiende a convertirse en rechazo a la administración que tiene poco tiempo de haber tomado el cargo. Los “sentimientos” que existan en la relación entre un gobierno y sus ciudadanos significan un problema si éstos son negativos, en definitiva el gobierno alejado de la sociedad no puede llegar a sus metas.
La realidad es que de inicio, al menos en los municipios se enfrentarán con problemas como lo son la falta de recursos disponibles para poderlos aplicar conforme a sus planes, por lo menos en los primeros dos meses y medio que se seguirá ejecutando el presupuesto aprobado por la anterior administración. Es cierto, puede haber modificaciones presupuestales, pero el margen de maniobra no es muy amplio cuando ya se ha ejercido el 80% del presupuesto, sin contar que seguramente para mediados de octubre se habrá comprometido más de ese porcentaje.
Otro óbice para lograr los objetivos planteados es la imposibilidad de cambiar el organigrama, es decir, como funcionan los ayuntamientos para brindar los servicios, pueslo podrán cambiar hasta el 1 de enero bajo un nuevo presupuesto. Si a este hecho le sumas la curva natural de aprendizaje para concluir con esta pequeña lista de obstáculos que tiene cualquier administración está el cumplimiento de los compromisos adquiridos con diversos grupos en campaña. Lo que no debe de olvidar quien está en la cabeza es que el principal compromiso es con el pueblo.
Los gobiernos entrantes deben de ser responsables en esta época. Ya pasada la temporada de promesas debe de prevalecer la temporada de la prudencia. No solamente los candidatos ganadores deben participar en la temporada o los ciudadanos deben de ser moderados con las expectativas de los gobiernos entrantes, también lo deben hacer todos los actores políticos que intervienen en este gran ecosistema que debe de tener como fin la consecución del bien común. Hasta entonces.
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