jueves, 24 de julio de 2025

Ozzy, Hulk Hogan y El Alcoholímetro.


Por: Gerardo Pérez Antonio 

Bueno, ahora sí, entremos en calor.

 

En menos de una semana perdimos a dos titanes de la cultura pop: Ozzy Osbourne, el mismísimo Príncipe de las Tinieblas, y Hulk Hogan, el ídolo de multitudes que logró que un tipo rubio con bigote y bandana se convirtiera en símbolo de justicia en licra amarilla (por lo menos en Estados Unidos).

 

Y uno pensaría: “qué semana tan pesada para la música, la lucha libre… y la generación que creció viendo TV Azteca los domingos”.

 

Pero no. Lo verdaderamente trágico es que ellos al menos tenían un personaje. En México hay instituciones que ni eso.

 

Mira, soy abogado, sí, pero también soy fan de la música, la lucha libre, los deportes y todo lo que implique espectáculo. Y la neta, si algo nos sobra aquí, es show.

 

Y para muestra: el operativo alcoholímetro.

 

Todo empieza como función de lunes por la noche: luces rojas y azules, policías que parecen luchadores, y uno que otro conductor que cree que si respira por la nariz no marca. La patrulla, el cono, la linterna en la cara y ahí estás tú, sintiéndote como luchador a punto de ser derrotado en el ring.

 

Pero lo que debería ser una estrategia seria de prevención, termina siendo más improvisada que concierto de banda en feria de pueblo. Porque ni todos los alcoholímetros están bien calibrados, ni todos los oficiales saben tus derechos, ni todos los que caen están realmente ebrios y a veces, ni siquiera les dan recibo. ¿Y la presunción de inocencia? Pues al parecer se fue con Ozzy. No, no defiendo al que maneja borracho. Defiendo el mínimo legal de respeto a la Constitución, porque si permitimos que te detengan “por si acaso”, luego lo harán, aunque no estés tomando pero sí protestando. Y eso, mi estimado, no es prevención: es autoritarismo con chaleco de “Policía Municipal” en la espalda.

 

Ojo, advierto y reitero, no estoy propiciando ni aconsejando que se salten los alcoholímetros ni que mucho menos tomen y manejen, acá no es una clase de moral y ética, todos TOOODOS alguna vez nos hemos echado nuestros deliciosos brebajes, incluso me atrevería a decir que varios hemos dicho (irresponsablemente) “ni vengo tan mal, si puedo manejar”, así que no se ataquen, no sean mochos, simplemente cuídense y conozcan sus derechos cuando les toque pasar por el temido Alcoholímetro o la antialcohólicasi vives en el norte.

 

En fin, pues sí, se nos fue Ozzy, se nos fue Hulk, pero si se nos va el Estado de Derecho, no hay banda que lo traiga de vuelta, ni llave que lo saque del conteo de tres.

 

Cuídense, nos vemos la otra semana y ¡Síganme los buenos!

 

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