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jueves, 6 de junio de 2024

Las viudas electorales


 Las viudas electorales 

Opinión por: Sergio Arias.

El pasado proceso electoral ha dejado políticamente hablando a muchas viudas desconsoladas. Como en todo proceso de duelo, están aquellas que manifiestan síntomas en donde se encuentran las desconsoladas, las que están en estado de negación, las iracundas y las depresivas. 

 

Las hay por todos lados. Las élites, la comentocrácia televisiva, el clero, el PRD, el PRI, los medios de comunicación, el sector empresarial y algunos (no todos) de aquellos que les han hecho creer que son la clase media de este país. Al parecer el luto les durará por mucho tiempo.

 

Los contundentes resultados de la elección no sólo presidencial sino también la de las entidades federativas donde se renovaron las gubernaturas como Veracruz, vino a enfrentarlos a la dramática realidad de que la sociedad mexicana ya cambió. La sociedad ya no es la misma de hace años; el odio, las mentiras y el resentimiento son temas que ya no compra tan fácilmente, como tampoco compran las falacias de que nos encaminamos a una dictadura de corte comunista o a un gobierno dictatorial.

 

Dentro de las primeras viudas encontramos aquellas que fueron descartadas de la nominación presidencial en sus respectivos partidos, grupos o facciones donde la amistad y la lealtad fueron letra muerta; algunos obtuvieron consuelo en los reacomodos naturales. Lo mismo ocurre en aquellos que no obtuvieron la nominación en para obtener una candidatura a gobernar su estado o la nominación a alguna otra candidatura. 

 

Por más paradójico que sea también dentro de la 4T existen viudas inconsolables, aquellas que pelearon los primeros lugares en las listas de las diputaciones plurinominales y que debido a la alta votación en diversas entidades simple y sencillamente no alcanzan a entrar para evitar la sobre representación.

 

 

Sin duda dentro de las viudas depresivas tenemos a un PRI que electoralmente se desfonda y que pierde la mayoría de las gubernaturas que tenía, pero además a la mayoría de sus militantes, de ser el otrora “partido de las mayorías” ha caído al cuarto lugar de las preferencias electorales y no gana ninguna diputación federal. Mención aparte merece el presidente nacional del PRD, por sepultar un proyecto que en su momento fue un parteaguas de la izquierda en México y que con los años disfrazado de un proyecto socialdemócrata terminó aliado de las élites a la que en su momento enfrentó. Tristemente se encuentra en vías de extinción al perder su registro.

 

El episcopado mexicano es otra de las viudas que deja esta elección. A pesar de que jerarcas hicieron hasta lo imposible por llamar a votar en contra del proyecto de la cuarta trasformación, a pesar de intentar imponerle a las candidatas y al candidato presidencial una cuestionada agenda en seguridad pública, ha quedado demostrado que le feligresía y la jerarquía católica caminan por rumbos diferentes. 

 

Dentro de las viudas iracundas destaca la comentocracia televisiva. Esos que opinan de todo, sin saber de nada, no sólo están de luto, sino que además no alcanzan a entender cómo sus catastróficos pronósticos no sólo no se cumplieron, sino que les manifestaron diametralmente en contra. Dentro de este grupo se encuentran los mal llamados intelectuales o la pseudointelectualidad televisiva que durante años ha secuestrado el debate serio de las ideas y de la opinión pública, no ha habido más opinión que la de ellos por más errónea, sesgada o tergiversada que sea. 

 

No se trata de minimizar la votación que obtuvo la oposición, por el contrario, como en cualquier proceso post electoral, sería muy importante que tengan una seria reflexión de tan contundente fracaso. Una autocrítica valorativa del por qué sus propuestas no tuvieron eco en la mayoría de la población. Otras viudas irán saliendo conforme avancen los conteos y se den los resultados oficiales.

 

No está de más señalar lo que establece nuestra Constitución en su artículo 39 al establecer que: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.  Bajo este principio fundamental del Estado mexicano, la población manifestó su voluntad de respaldar de manera mayoritaria y democrática el proyecto de Claudia Sheimbaum como la primera mujer Presidenta de este país, lo cual no es un asunto menor.

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