A Eduardo lo acompaña su hermana Mary que se caracterizó de muerte. (Mario Juárez)
En medio del olor a copal y el sonido de la tradicional “viejada”, Ciudad madero se vistió de colores y vida para celebrar el Día de Muertos. Entre los numerosos altares expuestos en la plaza Isauro Alfaro, uno en particular llama la atención por su autenticidad y profundidad histórica: el Altar de muertos Azteca.
Eduardo Aguillén Rodríguez, ataviado como un rey azteca, señala que se levantó más temprano de lo normal porque llegó el día que por mucho tiempo esperó. El señor Aguillén se preparó con seis meses de anticipación para montar la ofrenda donde plasma su gusto por el México prehispánico.
“Es un espacio azteca que representa la época prehispánica y de ahí vienen las costumbres y el origen de los altares actuales que ya son estilizados. La idea es presentar nuestros antepasados y que los visitantes conozcan cómo dio inicio esta tradición”, dijo.
Más de 200 elementos conforman el particular altar, entre los que destaca la arquitectura azteca como las pirámides, además de calaveras y figuritas de plástico de esqueletos humanos y de animales como perros.
¿Por qué dedican el altar de muertos a los aztecas?
“Los aztecas siempre veneraban la vida y la muerte y tenían en altares de la alegría, dentro de su cultura los cráneos eran trofeos y premios para ellos y cuando un azteca moría un perro Xolo lo acompañaba”, explicó.
Sin embargo no pueden faltar los elementos tradicionales: flores de cempasúchil, velas, incienso, dulces, comida y bebida. A Eduardo lo acompaña su hermana Mary que se caracterizó de muerte y ambos regalan fotos cual artistas.
“Las piezas son de la CDMX, Michoacán y San Luis Potosí, cada que yo voy de viaje cuando puedo compro alguna pieza de colección y es lo que muestro, de hecho, de todas estas piezas aún me quedaron muchas por exhibir”, expresó orgulloso.
Con información de: Milenio
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