El agobio de nuestro país en su relación con el vecino del norte es de orden prioritario.
Por: Antonio Tenorio Adame
Las elecciones de los Estados Unidos impactan el escenario mundial. Se toma la decisión del electorado para definir quién asume la presidencia: Kamala Harris o Donad Trump. Quien triunfe enfrentará los problemas propios, así como los de su entorno, entre ellos con México.
Oposición en el debate
El agobio de nuestro país en su relación con el vecino del norte es de orden prioritario, aunque se carece de visión de futuro al vincular las alternativas de solución a los designios del exterior.
Entre los asuntos de gran calado que ocupan nuestra agenda binacional destacan el próximo año la revisión del T-MEC, la seguridad nacional y el orden en la frontera, la migración de la población, el conflicto del narcotráfico, en particular el fentanilo y el comercio ilegal de armas.
Una encuesta nacional sobre lo que esperamos los mexicanos de la renovación de poderes estadounidenses revela el escepticismo prevaleciente, al revisar el resultado de un 60 por ciento de la opinión no confían en el interés de Washington por resolver esos conflictos.
Para el país dichos problemas son sustanciales, sin embargo, para los aspirantes a la Casa Blanca no. Durante el debate del pasado mes de septiembre no fueron relevantes, donde México fue mencionado escasamente solo una vez.
Esto no quiere decir que los contendientes presidencialessostengan una misma posición, ya que la “piñata electoral” ha servido a Trump para sustituir el argumento de ideas por el relato de la “Teoría de la conspiración” con el diseño de un “enemigo”donde se retorna al patriotismo nacional bajo el lema de “Primero es América”.
La actitud republicana convierte a los inmigrantes en blanco de los ataques, porque “están envenenando la sangre de nuestros hijos”, asimismo Trump se empeña en desacreditar las “élites dirigentes” entre estos los medios de comunicación como la prensa, quienes ante la pérdida de credibilidad, algunos han expresado su apoyo a este proyecto destructor de instituciones.
En cuanto a la posición de Kamala Harris, la candidata de los demócratas se admite desde la periferia del imperio su preferencia sobre su adversario, aunque no genera grandes esperanzas sino acaso menos agresividad con una moderada atención a los problemas.
Así la inmigración para la actual vicepresidenta de EU no es objeto de amenazas, en tanto Trump promete, la extradición de un millón de indocumentados por año, como ocurrió en 1954, cuando retornaron al país esa cantidad masiva de nacionales.
En cuanto al T-MEC, el líder republicano pretende bloquear las importaciones sin contenido de insumos propios; por su parte Kamala votó en contra durante la sesión aprobatoria del senado.
La aprobación automática de la mayoría es cuestionada.
Kamala y Trump mantienen una estrecha diferencia en la aceptación del electorado de su país. El desempate estriba en los votos aún indecisos entre la postura de mesura y madurez en preservar las instituciones legales que personaliza Kamala y la ruptura de inconformidad de sectores motivados por impulsos de superioridad emocional innatos desde los orígenes de la nación.
Se trata de una lucha muy cerrada entre la participación y el abstencionismo, entre el valor y la amenaza. Si se quiere reeditar el comportamiento de estas vísperas electorales con el pasado hay que repasar los sucesos históricos que se suscitaron en los acontecimientos que dieron lugar a la guerra contra México en 1846-1848 comenzando con:
a) La doctrina Monroe en 1823 donde se declara que una injerencia militar de Europa sobre cualquier país de América se considera una agresión a Estados Unidos.
b) Luego, el periodista John O Sullivan publicó en DemocráticReview, en agosto de 1845, la doctrina del Destino Manifiesto: “Es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la providencia para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno”. Bajo la consigna de “América para los americanos”, la democracia soñada por los pioneros del Mayflower y diseñada por los “padres del federalismo”, esademocracia se desbordó para convertirse en imperio, el que se transfigura en la imagen reciclada de Theodore Roosevelt con la política del “gran garrote”.
A inicio del siglo XX, durante el porfiriato se acuñó la frase: “Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Para los mexicanos aún se mantiene en su memoria la injerencia del presidente Wilson que propició el crimen de “la embajada” del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez, 1911.
En el presente se tiene una percepción positiva pero variable entre ambas poblaciones. Carlos Regidor (Letras Libres, octubre 2024), refiere que “el 37% de los estadounidenses tiene una impresión positiva de México y los mexicanos con una impresión positiva de Estados Unidos asciende al 61%”.
Dentro del Partido Republicano se escucha voces encendidas reclamando el uso de la fuerza pública para expulsar a los indocumentados, o impedir el tráfico de precursores chinos, base de insumos en la producción de fentanilo o bien combatir directamente a los cárteles de la droga en México. Todo el discurso de Trump avanza sin cesar.
Los demócratas por su parte, promovieron dos iniciativas sobre la seguridad en la frontera, aunque Trump las bloqueó; además de exhibirse como campeón antimigrante con la disminución de los niveles de flujos migratorios con los que cerró su administración. Mientras los demócratas muestran el control de la frontera con la operación negociada de la detención de El Mayo Zambada.
Por otra parte, la opinión favorable de México en Estados Unidostiende a descender. Durante el sexenio de AMLO los demócratas pasaron de 79 a 52%; mientras los republicanos fluctuaron de 49 a 22%.
Nuestro país ha mantenido una declinación negociada en el T-MEC, así como en el control migratorio al aceptar cubrir la función de muro de contención, su grado de aceptación va en caída libre hasta dejar en la indefensión a su población transmigrante. Hoy se ha convertido en la víctima propicia del golpe demoledor de la derecha trumpista.
Para la supremacía constitucional
El horizonte es aterrador con el ascenso de Trump a una segunda administración. El posible arribo de Harris tampoco es alentador; basado en “un liberalismo que construye”, está enfocado a combatir el calentamiento global, la defensa de derechos laborales, la libertad reproductiva, y la justicia económica, pero nuestro país está marginado.
El gobierno de México tiene frente a Estados Unidos una relación cuesta arriba.
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