Por: Sergio Ruiz Arias
La Iglesia Católica Apostólica y Romana es la institución política más eficiente de todos los tiempos. Durante más de dos mil años su influencia se ha hecho presente en guerras, cruzadas, revoluciones y procesos de evangelización de mano de las potencias coloniales, legitimando con ello su dominio e influencia política.
Con el paso de los años también se a convertido en una institución caduca, corrupta y decadente. Acusaciones hacia el Vaticano de corrupción, lavado de dinero y abuso de menores han contribuido a cuestionar su misión histórica que es preservar la fe y guiar a sus fieles hacia la salvación.
Se dice que la Iglesia Católica es «la Iglesia de Pedro» porque, Jesús nombró a Simón Pedro como el líder de su comunidad de seguidores y le confió un papel fundamental en la fundación de la Iglesia. Esta idea tiene base en los evangelios: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y el poder del infierno no la vencerá. Te daré las llaves del Reino de los cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.”
Más allá de las oraciones y de las creencias personales, resulta innegable su influencia, sea uno creyente, ateo, agnóstico, teísta o deísta la iglesia católica se ha hecho presente para bien o para mal. Ahí tenemos a la escolástica como corriente filosófica y racional cuyo objetivo principal era reconciliar la fe cristiana con la razón, a través de la filosofía aristotélica, Pensadores como Santo Tomás de Aquino, San Anselmo o Guillermo de Ockham contribuyeron en el desarrollo de la ciencia, el derecho y la educación.
En el caso de nuestro país mayoritariamente católico, resulta innegable la serie de encuentros y desencuentros con la jerarquía católica. Desde la época colonial con el Cura Hidalgo levantando un pendón de la Virgen de Guadalupe con la que se inicia la lucha por nuestra independencia, la ex comunión de los principales héroes de la patria; pasando por la guerra de reforma con un clero servil y rapaz a los intereses de la reacción, hasta llegar a la separación del Estado y las iglesias como base del Estado laico. Tampoco se puede pasar por alto el trabajo de sacerdotes jesuitas en las comunidades indígenas de nuestro país como una de las fuerzas más activas en llevar esta teología a la práctica, especialmente en zonas rurales, indígenas y marginadas que dieron sustento al alzamiento zapatista en enero de 1994.
De esta última corriente surgió Jorge Mario Bergoglio el Papa Francisco. Proveniente de la Compañía de Jesús (fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola), es una orden religiosa católica con vocación intelectual, educativa, misionera y social. Se caracterizan por su formación rigurosa, trabajo con los pobres y defensores de la justicia social. Siendo el primer papa latinoamericano y jesuita desde el primer día de su pontificado en 2013 causó reacciones de propios y extraños promoviendo una iglesia con mayor apertura en temas como el divorcio, el papel de las mujeres, la diversidad sexual, la pederastia y una critica constante al modelo económico.
Lamentablemente ha muerto el Papa Francisco. Pero su aportación para intentar cambiar las estructuras más añejas y anquilosadas de la iglesia católica quedan pendientes para los próximos pontificados.
También no deja dos de sus encíclicas. Laudato si de 2015, que es una de las más influyentes de su pontificado y de toda la historia reciente de la Iglesia, es una visión sobre el cuidado al medio ambiente que reconoce la gravedad de la crisis ecológica y su impacto sobre los más pobres; y Fratelli Tutti de 2020, como una contundente crítica al egoísmo, el odio, el racismo, las guerras, la indiferencia y el individualismo.
En lo personal me quedo con su frase es mejor ser un buen ateo que un mal cristiano, ya que es importante reconocer el valor cultural, moral e intelectual del catolicismo, sin necesidad de creer en Dios. El filósofo español Gustavo Bueno defiende esta posición en la que uno puede ser ateo, pero reconocer que el catolicismo ha sido una de las formas más racionales y complejas de organizar la sociedad y el pensamiento, dos mil años de praxis política le respaldan.
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