Los fieles son llamados a recordar el amor fiel e incondicional de Cristo, un amor que abraza a toda la humanidad y a cada persona en concreto.
¿Por qué junio?
Sus orígenes se remontan al 16 de junio de 1675, cuando una mujer llamada Margarita María de Alacoque, que posteriormente sería proclamada santa, recibió unas visiones de Jesús y de su Sagrado Corazón. Este estaba envuelto en llamas de amor, coronado de espinas y marcado por una herida abierta de la cual brotaba sangre, mientras una cruz emergía desde su interior.
En ese momento, Jesús la hizo reposar sobre su pecho, revelándole las maravillas y secretos de su amor infinito. Margarita escuchó al Señor pronunciar con tristeza: «He aquí el Corazón que ha amado tanto a los hombres, y que, sin embargo, recibe de la mayoría ingratitud, irreverencia y desprecio».
En 1675, Jesús reveló a Santa Margarita María de Alacoque su deseo de instituir una fiesta en honor a Su Sagrado Corazón. Posteriormente, en 1856, el Papa Pío IX estableció que esta celebración se realizaría de manera universal cada año, el viernes siguiente a la octava del Corpus Christi.
El 17 de junio de 1689, Santa Margarita María de Alacoque escribió que Jesús deseaba que el rey de Francia consagrara el país a su Sagrado Corazón. Sin embargo, Luis XIV no accedió a esta petición. Algunos han señalado una posible relación entre esta negativa y el hecho de que, cien años después, en esa misma fecha, se proclamara la Asamblea Nacional de la Revolución Francesa.
La devoción continúa con Sor María del Divino Corazón
Dos siglos después, a finales del siglo XIX, otra mujer marcó la historia de esta devoción: María Droste zu Vischering,conocida como Sor María del Divino Corazón. Inspirada por una voz que le prometió ser la esposa del Corazón de Jesús, ingresó a la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor y dedicó su vida a la consagración de la humanidad al Sagrado Corazón.
Por expreso deseo de Jesús, Sor María escribió al Papa León XIII solicitando la consagración del mundo al Sagrado Corazón, que él concretó en la encíclica Annum Sacrum en 1899. Ambos hechos son considerados como algunos de los más importantes de su pontificado.
El 8 de junio de 1889 Sor María entregó su alma al Señor en Oporto, en la casa madre de la Congregación y solo tres días después, León XIII presidió la ceremonia de Consagración del mundo al Sagrado Corazón de Jesús.
Con información de: El Debate
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