El Papa Francisco dejó dispuesto en vida que su cuerpo fuese sepultado de manera sencilla, coherente con el estilo sobrio que marcó todo su pontificado.
A diferencia de la tradición que rigió durante siglos en el Vaticano, el Pontífice no será enterrado en un triple ataúd este sábado 26 de abril, sino en uno solo, de madera con revestimiento de zinc.
Según explica el periodista Javier Martínez-Brocal en su libro Cónclave: Las reglas para elegir al próximo Papa, esta decisión representa un cambio significativo respecto a la normativa anterior: “Francisco estableció en 2024 que los papas sean enterrados en un ataúd de zinc, como se utiliza en los ataúdes de quienes desean ser enterrados y no incinerados”.
Hasta entonces, como detalla Brocal, la norma establecía que el pontífice fuera enterrado en un triple ataúd: “Los restos del pontífice eran depuestos para el funeral en un primer ataúd de madera. Antes de la sepultura, el ataúd era atado con una cinta roja sellada con lacre de la Cámara Apostólica, la Casa Pontificia, los Canónigos de la basílica donde era enterrado y la Oficina de las ceremonias litúrgicas. Luego este ataúd se introducía en otro más grande de zinc, de 4 milímetros de espesor. Y éste, una vez sellado, era cubierto con otro de madera de roble”.
El nuevo rito, introducido por Francisco, refleja una opción por la austeridad y la cercanía con el pueblo. El cuerpo del Papa es revestido con ornamentos litúrgicos rojos —color del martirio y del Espíritu Santo—, la mitra, el palio y un rosario entrelazado en sus manos. En lugar de ser expuesto en el tradicional cata-letto (lecho de muerte), como fue el caso de Juan Pablo II y Benedicto XVI, el cuerpo es colocado directamente en un ataúd abierto, sencillo y sin almohadones.
Otra diferencia significativa es que ya no se realiza una exposición en el Palacio Apostólico. El cuerpo es trasladado de inmediato a la Basílica de San Pedro, evitando pasos intermedios.
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