Por: José Antonio de la Vega Moreno
Los marcados municipales de Puebla comienzan a traducirse en materia de seguridad, en un lamentable foco rojo.
No hay semana que no esté involucrado una central de abasto en la polémica, cobro de piso, distribución de droga, venta de bebidas alcohólicas de manera irregular.
La última semana el mercado 5 de Mayo estuvo en el ojo del huracán, para ser exactos el pasado viernes 22 de agosto.
Dos cadáveres con huellas de violencia y envueltos en plástico fueron abandonados en pleno en las inmediaciones del mercado en pleno centro histórico.
Se habla de un ajuste de cuentas entre bandas delincuenciales.
Incluso, se encontró en el lugar un mensaje en donde se atribuye la ejecución a una organización criminal.
Ni 36 horas pasaron de ese hallazgo cuando -este mismo domingo- se encontró en un tambo un cadáver cerca del mismo mercado.
Los emplayados tenian dedicatoria, se presume que fueron una frontal advertencia contra el líder de comerciantes denominada “Fuerza 2000” el famoso “Fede”.
Trasciende que el líder comerciante trae en sus espaldas un cúmulo de irregularidades y acciones fuera de la ley.
En ese tenor, dejemos que corran las investigaciones.
Tras estos hechos del viernes pasado y ayer domingo, todas las corporaciones policiacas tendrán que estar atentos en lo que ocurre, dentro y en la periferia de los mercados.
Todos sabemos que los que arrojan altos números de inseguridad son los mercados entre otros: Morelos, La Acocota, La Cuchilla, Hidalgo, Independencia y ahora el 5 de Mayo.
Los tianguis de Tehuacán, Puebla, San Pedro Cholula y Huejotzingo, tampoco se escapan de la delincuencia organizada.
La pregunta es, hasta cuándo tiene que esperar la sociedad para que sus cotidianidades en estos espacios comerciales estén de verdad con tranquilidad
Hasta cuándo las estrategias de seguridad funcionaran luego de la tan cacareado trabajo en coordinación en materia de seguridad entre el Ejercito, Guardia Nacional, Marina, Secretaria de Seguridad Pública y la Secretaria de Seguridad Ciudadana.
Hasta cuándo más paciencia.
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