- Invitó la Cefalexina por la escasez y fiestas de fin de año
Por: Raúl Torres Salmerón
En estos tiempos de escasez de medicinas en los servicios públicos federales y estatales de salud, unas medicinas que estaban a la espera de llegar a las instituciones mexicanas, se les ocurrió hacer una gran fiesta.
La Cefalexina decidió organizar una gran fiesta sorpresa en casa de la Amoxicilina con el pretexto de la escasez, para celebrar el cumpleaños 97 de la Penicilina, descubierta en 1928 y las festividades de Navidad y Año Nuevo.
La fiesta estuvo buenísima. Todos los remedios, sin distinción de laboratorios, fueron invitados.
Había una gran cantidad de píldoras, comprimidos, cápsulas y grageas y todos se divirtieron como locos.
Con gran puntualidad la mayoría de los invitados llegaron a la hora que los invitaron, salvo el Daflón y el Clopidogrel, que se encontraron con problemas de circulación.
La Buscapina, en el centro de la escena, discutía sus bondades con un par de hepato protectores.
Los laxantes no dejaban de estar cerca de las entradas de los baños, pues a veces no llegaban a tiempo y sucedió durante toda la noche. En la otra punta, más secos, la Loperamida charlaba amenamente con un par de pastillas de carbón vegetal.
El Omeprazol, la Ranitidina y el Pantoprazol se turnaban para mantener controlado el fuego del asado, mientras que la Furosemida y el Lasix fueron responsables de mantener la fiesta bien regada durante toda la noche.
La Atorvastatina la pasó fenomenal, pero se cuidó un poco con la comida porque tenía alto el colesterol.
La Colchicina y el Alopurinol, en cambio, se dicen los vegetarianos, pero se comieron la carne asada como locos.
La Ciproheptadina y la Buclizina comían de todo mientras la Sibutramina solo comía lechuga y tomate.
El Sertal también comió y tomó todo lo que encontró a su alcance.
El corazón del Metoprolol latía como loco. Hacía mucho que no iba a una fiesta.
El Enalapril, el Valsartán y el Amlodipino charlaron amenamente sin presiones toda la velada, mientras que el Paracetamol y el Ibuprofeno se la pasaron tratando de mantener controlada la elevada temperatura del lugar. Hay que destacar que el Paracetamol, ya pasado de copas se quejó amargamente que el Tempra le hacía competencia. Muchas mamás lo despreciaban. Les acompañó el Acetamidofeno.
La Hyaback, la Acutears y el Systane, apenas contenían sus lágrimas de felicidad por la alegría del festejo.
A la Aspirina le dolía la cabeza de tanto barullo que metían los expectorantes y al Metamizol, también.
Al Salbutanol, algo que bebió le cayó mal, porque estuvo con problemas de respiración.
Los primos Clonazepam y Diazepam se quedaron dormidos. No estaban acostumbrados a tantas horas de fiesta. El Viagra, en cambio, estuvo toda la noche paradito en un rincón.
La Dexametasona y el Prednisona animaban a todos a comer, no querían que nadie se quedara con hambre y anémico.
La famosa Lidocaine, que llegó acompañada del Epinephrine, venían desvelados y estuvieron dormidos toda la noche.
El Ácido Acetilsalicílico, hijo de doña Ibuprofeno y don Paracetamol, hicieron un excelente trío que actuó previamente para evitar cualquier dolor pequeño. A cambio, dejaron entrar a la Codeína, el Fentanilo y la Morfina con la condición que no intervinieran y estuvieron toda la fiesta en un rincón.
Y el baile duró hasta altas horas de la madrugada. La nota graciosa de la noche la dieron los Supositorios de Bisacodilo, estaban envueltos y nadie se acomidió a ponerlos.
Al otro día, cuando ya todos se habían ido, golpearon la puerta y apareció una pastilla.
- Vengo a la fiesta – dijo.
- Pero la fiesta fue ayer - le respondió el Metamucil, que estaba como podía, tratando de sobrevivir a la cruda. - ¿Y tú quién eres?
- Soy la píldora del día siguiente...
En fin, como escribió Federico García Lorca (España, 1898-1937), en su poema Hipócrates:
Hipócrates
te llamaré en los días
de angustia y de fiebres.
Alma que cura,
alma que viste,
alma que alienta
y alma que muere.
raultorress@hotmail.com



